“NO QUIERO CRECER” I PARTE



Para aquellos que han compartido conmigo alguna de las actividades, probablemente recuerdan cuando he mencionado lo difícil que es “crecer”. Ustedes saben que no se trata de cumplir años, ni de hacerse “adulto”, ni de madurar como una fruta, porque vemos muchas veces gente con muchos años que siguen siendo niños, aún nosotros mismos en ocasiones nos damos cuenta que estamos teniendo actitudes y comportamientos infantiles.

También he jugado con ustedes en torno a una imagen que de seguro han visto como esta:




 ¡NO CREZCAN… ES UNA TRAMPA! 

¿Realmente es una trampa?, o ¿nos entrampamos cuando no queremos crecer?. Tenía meses reflexionando sobre una escena en consulta de una valiente joven de 24 años, (como todos los valientes que asisten a mis actividades en búsqueda de herramientas que les permitan desarrollarse en quienes ya son), destacada estudiante universitaria a punto de graduarse en una prestigiosa universidad del país. En esa consulta, abordamos algunas inquietudes sobre decisiones que debería tomar que pudieran repercutir en su futuro, luego de caer en el tema de su relación con sus padres le pregunte: ¿Cuándo vas a crecer? Y me respondió entre lágrimas: “¡Yo no quiero crecer!”. Me sentí profundamente conmovida comprendiendo lo difícil que es crecer, asumir el reto de hacerse responsable y vivir ese proceso que llaman madurez. Es que a veces crecer también duele.

Luego de unas semanas, por esas cosas que llaman casualidad, presencié una escena de una niña de cuatro años diciéndole a su madre entre lágrimas que ella quería “estar chiquita así”, juntando sus manitos para que “le hiciera así” moviendo sus brazos de izquierda a derecha reclamando ser mecida con toda su autenticidad y sinceridad. ¿Cuántos “adultos” no quisieron jamas crecer y quedarse en los brazos seguros y protectores de quien les dio la vida o los crió sin tomar decisiones que los conlleven a hacerse responsables de sus vidas, entre otras cosas, a hacerse adultos, responderse así mismos… madurar?

Por si fuera poco, recientemente en consulta con otra valiente jovencita de 19 años muy talentosa, planteaba el tema de que dejaba sus asuntos inconclusos, tenía “todo” a medio hacer, luego de algunas reflexiones le dije: ya vez que haz crecido y que tienes nuevos retos. Ella me respondió entre lágrimas: “¡No quiero crecer!”. 

Estos encuentros me han hecho reflexionar sobre la complejidad de crecer, a medida que nos hacemos adultos en este andar que es la vida, nos encontramos con nuevos retos y dificultades que nos exigen hacernos responsables de las consecuencias de las decisiones que tomamos y acciones que ejecutamos. Muchos adultos colapsan ante este pensamiento, algunos se estancan y permanecen en un impasse, otros se apresuran a decidir o accionar sin detenerse a pensar en ello, solo por el estrés que esto les genera.

Ahora, ¿Qué es hacerse responsable? Hacerse responsable es la capacidad de responderse a sí mismo sobre los resultados obtenidos ya sea en el plano afectivo, material o profesional, es estar atento de lo que se hace o decide y hacer un balance entre las emociones, sensaciones y pensamientos en coherencia con las acciones. En este plano no hay a quien echarle la culpa, no existe el otro, no hay culpables, lo que sí hay es un único responsable, la persona misma, eso es crecer, eso es madurar, es hacerse “grande”, es empoderarse y desde esa energía asumir el reto de eso que llamamos vivir y andar por este camino que es la vida misma.

Como dijo el poeta Antonio Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, así que anda a tu ritmo pero anda.



Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Así es, crecer para avanzar, siendo responsable de lo que se hizo y de lo que no también 🌟

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

CUANDO UNA AMIGA SE VA… ¡Y EN EL CIELO NO HAY WHATSAPP!

Gestiona tu vida integrada armónicamente con los ciclos lunares

NO SE PUEDE RETROCEDER EL TIEMPO… ¿VERDAD?